



Desde que tengo memoria, los libros han acompañado mis días como amigos fieles e inagotables. En mi infancia, mis primeras lecturas fueron los cuentos de hadas, esas pequeñas historias donde la magia parecía estar en todas partes: en las palabras susurradas por un hada madrina, en un hechizo que se rompía con un beso verdadero o en el valor de un héroe capaz de derrotar dragones imposibles. También me gustaban las fábulas, porque en ellas encontraba pequeñas lecciones de vida disfrazadas de animales parlantes, y los relatos de fantasía, que me abrían puertas a mundos tan lejanos como fascinantes. Con la adolescencia llegaron otros caminos literarios. Me dejé atrapar por las novelas de aventuras, por thrillers que me mantenían en vilo hasta la última página y por misterios que parecían imposibles de resolver. Cada género me regalaba una emoción distinta: la adrenalina de lo desconocido, la tensión del peligro, el reto de descubrir la verdad oculta. Leer, para mí, era viajar sin límites, y esos viajes fueron moldeando mi forma de mirar el mundo y también mi manera de soñar.
Y entonces, cuando cumplí diecisiete años, me encontré por primera vez con una novela romántica. Recuerdo la sensación de abrir ese libro y sumergirme en una historia que, sin dejar de lado la intriga o el conflicto, ponía en el centro algo tan universal y poderoso como el amor. Fue un descubrimiento casi revelador: de repente, entendí que había un género capaz de tocar fibras distintas, de emocionar de otra manera, de recordarme que detrás de cada aventura, de cada enigma y de cada peligro, siempre late un corazón que busca sentirse acompañado.
Desde ese momento, la novela romántica se convirtió en parte esencial de mi vida como lectora. Y más tarde, cuando empecé a escribir, descubrí que era también el espacio donde mi voz se sentía más libre, más auténtica, más capaz de crear magia.
Al comenzar mi camino como escritora, exploré los mismos géneros que me habían marcado como lectora: aventuras, suspenso, misterio. Uno siempre escribe, en cierta medida, a partir de lo que lee, porque los libros dejan huellas invisibles que se convierten en inspiración. Pero con el tiempo comprendí que el romance tenía algo distinto, una fuerza que me atraía de manera inevitable.
Escribir novela romántica es para mí un ejercicio de magia. Es crear un mundo donde dos personas, con sus luces y sombras, con sus miedos y esperanzas, se encuentran y descubren que, a pesar de los obstáculos, a pesar de los villanos, a pesar de todo lo que pueda interponerse, el amor tiene la capacidad de vencer. Y aunque parezca sencillo decirlo, lograrlo en una historia es un proceso lleno de matices: hay que construir a los personajes, darles voz, dotarlos de heridas y de sueños, y luego acompañarlos en un viaje que los transforme hasta llegar a ese anhelado desenlace feliz.
Escribir romance es, de algún modo, regalar esperanza. Porque al cerrar un libro romántico, el lector no solo encuentra el gozo de un final luminoso, sino también la certeza de que el amor, con todas sus dificultades, sigue siendo un motor capaz de transformar vidas.
Si el romance ya es especial por sí mismo, para mí lo es aún más cuando se tiñe de historia. La novela romántica histórica posee un atractivo único, porque añade capas de complejidad y de belleza. Al escribir en un tiempo pasado, me sumerjo en una época distinta, con sus costumbres, sus reglas sociales, su vestuario, sus paisajes. Esa ambientación otorga a las historias un encanto particular, porque los personajes no solo deben enfrentarse a sus propios sentimientos, sino también a un mundo regido por normas que muchas veces restringen lo que pueden hacer o sentir.
Me fascina pensar en cómo el amor se abre camino en épocas donde las decisiones estaban tan condicionadas por la sociedad, por la familia, por las expectativas impuestas. El romance histórico permite explorar esa lucha entre lo que dicta el corazón y lo que dictan las convenciones, y eso lo convierte en un terreno riquísimo para narrar. Además, hay algo profundamente poético en recrear escenarios pasados: las calles empedradas, los bailes de salón, los vestidos que giran al compás de la música, los viajes a caballo, las cartas escritas a mano con tinta y papel. Cada detalle construye una atmósfera que envuelve tanto a quien escribe como a quien lee.
A veces, cuando termino un capítulo y lo releo, me sorprendo de la manera en que los personajes me llevan de la mano. Es como si, por un instante, dejaran de ser criaturas de mi imaginación y se convirtieran en seres vivos, con voluntad propia. Esa experiencia me recuerda que escribir no es solo un acto de construcción consciente, sino también un dejarse llevar por la emoción, por la intuición y por la magia que se teje en el proceso.
Lo mejor de todo esto es que lo que empiezo viviendo como lectora de mis propias historias, después puede llegar a otros. Cada novela que publico es como una puerta abierta: invito a mis lectores a entrar en ese universo, a conocer a mis personajes, a emocionarse con sus conflictos, a enamorarse junto a ellos. Y cuando un lector me dice que sonrió, que lloró, que se quedó despierto hasta la madrugada porque no podía dejar de leer, siento que esa magia realmente se compartió.
Para mí, eso es lo más valioso de escribir novela romántica: no se trata solo de contar una historia de amor, sino de crear un puente de emociones. De recordarnos, tanto a mí como a quienes me leen, que el amor sigue siendo una fuerza transformadora, sin importar el tiempo, el lugar o las circunstancias.
A ti, que lees estas líneas, quiero darte las gracias. Gracias por abrir un espacio en tu vida para mis historias, por regalarme tu tiempo, tu atención y tu emoción. Sin lectores, los libros se quedan dormidos; con ustedes, despiertan y cobran vida. Ustedes me recuerdan cada día que vale la pena seguir escribiendo, que la magia del romance no se apaga mientras haya corazones dispuestos a sentirla.


Romance Histórico (S. XVIII) InglaterraJulián y AngéliqueSerie Duvergier (4)2025En el París de Napoleón, entre intrigas imperiales y secretos de guerra, un espía inglés y la hija de su enemigo descubren que amar puede ser el mayor de los riesgos.París, 1810. El Imperio de Napoleón brilla en todo su esplendor, pero bajo los salones iluminados y los desfiles militares se teje una red de intrigas y secretos.Julián Duvergier regresa a Francia con el prestigio de un noble retornado y la fortuna suficiente para abrirle las puertas de la alta sociedad. Para todos, es un hijo leal del Imperio, ansioso por reclamar su lugar en la patria. En secreto, sin embargo, es un espía al servicio de Inglaterra, con una sola misión: vigilar al enigmático mariscal Étienne de Villiers, hombre influyente en las rutas estratégicas del norte y sospechoso de ocultar oscuros intereses tras su fervor napoleónico.En medio de esa misión conoce a Angélique de Villiers, la hija del mariscal. Menospreciada por su familia y apasionada por la botánica y la medicina natural, Angélique nunca se había sentido verdaderamente vista, hasta que llegó Julián. Sus conversaciones sobre plantas y remedios curativos despiertan en ella un amor tierno, y en él, un desconcertante deseo que amenaza con debilitar su máscara de espía.Lo que comienza como un juego de apariencias pronto se convierte en una atracción innegable. Pero la verdad tiene un precio devastador: cuando Angélique descubra que el hombre que la hizo sentirse amada la usó como parte de su misión, la traición le dolerá más que el abandono de su familia.Atrapados entre el deber y el amor, entre la lealtad y la traición, Julián y Angélique deberán luchar contra las fuerzas que intentan separarlos. Porque en un París dominado por la ambición del Imperio, amar al enemigo será el mayor de los riesgos.




Con muchísima alegría quiero contarles que Captura mi Amor, mi más reciente novela de romance histórico, ¡ya está disponible! Esta historia es muy especial para mí por varias razones, pero sobre todo porque es la tercera entrega de la serie Duvergier, una saga que me ha acompañado desde que comencé a publicar.
La serie empezó en 2009 con Vuelve a mí, y continuó en 2014 con Atrévete a amarme. Desde entonces han pasado once años. Once años durante los cuales estuve ocho sin poder escribir, completamente alejada de la ficción histórica y de las novelas de época que tanto amo. Sin embargo, apenas fue posible, retomé esta historia que ya había empezado tiempo atrás, y finalmente pude terminarla y publicarla.
Por eso Captura mi Amor representa mucho más que una novela: es también un símbolo de persistencia a pesar de las adversidades, de reconexión con mis raíces como escritora y de amor por este género que me sigue emocionando como el primer día.
La historia sigue la línea emocional y apasionada de las anteriores, pero trae nuevos matices. Es una historia de errores, segundas oportunidades, sanación, y sobre todo, de cómo el amor puede nacer incluso en los lugares más improbables.
Si disfrutaste de los libros anteriores de la serie, estoy segura de que te encantará acompañar a Damián y Haydée en esta travesía. Si no conoces la serie, Captura mi Amor también puede leerse por separado, aunque leer los anteriores le da un contexto aún más profundo.
La novela ya está disponible en formato impreso a través de Amazon, y en formato digital en tiendas como Apple Books, Barnes & Noble, Kobo, entre otras. (Importante: el formato digital no estará disponible en Amazon, solo el impreso.)
Gracias por estar aquí, por seguir leyendo, por acompañarme en este viaje de letras y emociones. Espero de corazón que disfrutes esta historia tanto como yo disfruté escribirla.
Aquí te dejo la sinopsis:
Captura mi Amor
Romance Histórico (S. XVIII) – Inglaterra
Damián y Haydée
Serie Duvergier – Libro 3
2025
Hay amores que nacen del error, crecen entre la furia y florecen en medio del peligro. Un romance inesperado que desafía el pasado, el miedo y el odio.
Damián Blacklock no busca redención. Solo justicia. O tal vez venganza. Desde la muerte de su hermana, vive atormentado por un crimen sin castigo. Y está decidido a cobrarlo con la misma moneda: raptar a la hermana de su enemigo y hacerla pagar por los pecados de su familia. Pero todo cambia cuando comete un error imperdonable: captura a la mujer equivocada.
Haydée Duvergier siempre ha soñado con un amor perfecto: tierno, limpio, sin sombras ni heridas. El tipo de amor que aparece en los cuentos que leía de niña, con un príncipe que la ame dulcemente. Su mundo se desmorona cuando es encerrada en una casa desconocida por un hombre que la acusa de algo que no entiende… y ante quien no puede evitar estremecerse.
Lo que comenzó como una venganza se transforma en una tormenta de emociones: desconfianza, orgullo, ternura y una atracción tan intensa como inesperada. En medio del encierro, los reproches y los secretos, dos almas opuestas se rozan sin quererlo, hasta descubrir que el amor puede nacer incluso en las sombras.
Una historia de pasión, redención y segundas oportunidades, donde un corazón puede ser capturado por error… y no querer ser liberado.
Este es uno de esos posts que yo nunca quisiera tener que escribir. Uno de esos textos incómodos, molestos, que distraen de lo verdaderamente importante (la escritura, las historias, los libros, el diálogo con las lectoras), pero que, aun así, resultan absolutamente necesarios.
Hoy necesito hacer una advertencia pública, seria y muy clara, sobre algo que me preocupa profundamente: alguien ha creado un perfil falso en Facebook usando mi nombre literario, Mary Heathcliff. (La URL del perfil falso es esta: https://www.facebook.com/profile.php?id=61575990236003)
Sé que muchas personas pueden pensar que este tipo de situaciones se resuelven con una denuncia silenciosa y ya está. Pero para quienes trabajamos con nuestra identidad de autor, para quienes llevamos años construyendo con esfuerzo y honestidad una relación de confianza con nuestras lectoras, esto va mucho más allá de una simple molestia. Es un riesgo. Y como tal, merece ser comunicado.
Comencemos por un dato esencial: Mary Heathcliff es un pseudónimo literario que elegí con cuidado y con afecto. Es un nombre único, en parte porque el apellido Heathcliff no existe realmente como apellido en el mundo real (sí, es un guiño literario para las lectoras que lo notan). Por lo tanto, la posibilidad de que haya una persona real, distinta a mí, que se llame exactamente igual y que por casualidad esté creando una cuenta en Facebook, simplemente no es verosímil.
Este no es un malentendido. Es una suplantación.
Desde que comencé mi carrera como escritora en 2009, he usado el perfil de Facebook como herramienta de trabajo. En esos años, Facebook aún no ofrecía la opción de fanpage, así que creé un perfil personal con el nombre Mary Heathcliff, que más adelante coexistió con la página oficial que abrí cuando esa opción estuvo disponible.
Durante años mantuve ambos espacios activos: el perfil personal me permitía interactuar con colegas, amigos y lectores; la fanpage era un canal más formal para anunciar mis libros, eventos, novedades, etc. Pero hace poco decidí que esa doble presencia ya no tenía sentido para mí. El perfil personal con el nombre de Mary Heathcliff había cumplido su ciclo, así que transferí la administración de mi fanpage oficial a mi perfil personal “real” de Facebook (es decir, el que lleva mi nombre civil, fuera del seudónimo literario), y eliminé definitivamente el perfil con el nombre Mary Heathcliff.
Y ahí es donde empieza el problema.
Hace apenas unos días, mientras revisaba mi cuenta personal, Facebook me sugirió una nueva amistad: un perfil recién creado con el nombre Mary Heathcliff. Lo repito: yo no creé ese perfil. No tengo representantes, community managers ni asistentes que trabajen en mis redes sociales. Todo lo que publico, comparto o administro en mis espacios digitales lo hago yo misma. Nadie más tiene permiso ni acceso para hacerlo en mi nombre.
Ver ese perfil nuevo, con mi seudónimo, me generó una profunda inquietud. ¿Quién lo creó? ¿Con qué objetivo? ¿Qué buscan haciéndose pasar por mí?
La cuenta está vacía, sin publicaciones, sin información clara. Pero el solo hecho de que exista es suficiente para que me preocupe. Porque no es la primera vez que algo así ocurre.
Lamentablemente, desde hace varios años he tenido que lidiar con una situación que me ha afectado emocional y profesionalmente: una persona que ha recorrido todas mis redes, ha seguido cada una de mis publicaciones, ha intentado desacreditar mi trabajo en librerías digitales, ha dejado comentarios malintencionados y ha actuado de forma sistemática para acosarme.
No tengo pruebas para afirmar que esa persona sea la misma que ha creado este perfil falso. Pero tampoco puedo descartarlo.
Sea quien sea, y cualesquiera que sean sus intenciones, lo que me corresponde ahora es proteger mi nombre, mi trabajo y a quienes me siguen con respeto y aprecio. Por eso escribo este post.
Si has recibido recientemente una solicitud de amistad o un mensaje de un perfil que lleva el nombre Mary Heathcliff, te aseguro que no soy yo. No tengo ningún perfil personal activo con ese nombre en Facebook.
Mi única presencia oficial en esa plataforma es mi fanpage, cuya URL es esta: https://www.facebook.com/maryheathcliff/. Todo lo demás, sea una cuenta nueva, un mensaje extraño o una invitación sospechosa, no proviene de mí.
Además, aprovecho para recordarte que yo casi no interactúo a través de mensajes privados en redes sociales. Si alguna vez lo hago, es en circunstancias muy específicas y siempre desde cuentas verificadas, públicas, visibles y legítimas.
Por eso, si llegas a recibir algún mensaje, solicitud o contacto desde ese perfil falso (o desde cualquier otro que use mi nombre), por favor ignóralo, no respondas, y si puedes, repórtalo directamente a Facebook.
No quiero adoptar una postura de víctima. No lo soy porque tengo el privilegio de hacer lo que amo y amar lo que hago. No me gusta el drama innecesario, ni estoy aquí para generar lástima o indignación gratuita. Pero sí estoy profundamente molesta y preocupada. Me cuesta entender cómo alguien puede invertir el tiempo (el bien más valioso y no renovable que tenemos) en dañar a otra persona en lugar de invertirlo en su crecimiento personal.
No comprendo qué puede llevar a alguien a actuar movido por la rabia, la envidia o el rencor, contra alguien que no conoce, que no se ha metido con nadie, que lo único que quiere es escribir en paz y compartir sus historias con quien quiera leerlas.
Me cuesta creer que esto todavía pase. Pero pasa. Y es por eso que escribo esto: para dejar constancia pública, para proteger mi nombre, para alertar a mis lectoras y para seguir adelante, sin miedo, pero con los ojos bien abiertos.
Este es un espacio literario. Un espacio de creación, de imaginación, de palabras. Nunca quise que se contaminara con cosas como esta, pero cuando se trata de proteger tu identidad como autora, tu trabajo y a tu comunidad lectora, el silencio no es una opción.
Gracias por leer hasta aquí. Gracias por estar.



